El dolor infligido a los nervios de Viviana no duró mucho y, al cabo de varios minutos, se puso en pie sin ayuda. Trozos de nieve cubrían su rostro mientras miraba a Roxana con temor.
―Si no quieres volver a experimentar semejante tormento, será mejor que me lo expliques todo. ¿Cómo envenenaste a mi madre entonces? ―preguntó Roxana, con los ojos todavía encendidos de furia.
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