La puerta de la mansión se cerró con lentitud y la pequeña figura de Estela desapareció de la vista de Roxana. Mientras extrañaba a la niña, la mujer respiró profundo y se obligó a contener las lágrimas. Habían pasado bastante tiempo juntas y Estela se había encariñado con ella y los niños, además, su enfermedad mostraba signos de una evidente mejoría. Si fuera posible, Roxana deseaba poder quedarse con ella y cuidarla hasta que se recuperara por completo. «Cómo me gustaría escucharla decir una oración completa…». Por desgracia, parecía que ya no era posible.
Dado que Andrés y Bautista bajaron las escaleras detrás de Roxana y Estela, pudieron darse cuenta de que su madre estaba triste por despedir a la niña. A pesar de que ellos se sentían igual, se guardaron sus palabras.
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