Mientras tanto, la clase había terminado en el jardín de niños. La mayoría de los estudiantes ya se habían ido y solo había tres niños esperando en la escuela. Estaban de buen humor porque anticipaban el ensayo de esa tarde. Andrés y Bautista conversaban de vez en cuando y Estela se sentó a un lado de forma obediente, con una sonrisa en su rostro tierno.
—¿Por qué no ha llegado la señora Landa? —dijo Bautista, quien comenzó a sentir curiosidad cuando notó que el cielo se estaba oscureciendo.
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