Se reflejó un destello en los ojos de Bautista y, envalentonado por la aceptación del gesto de Andrés, intentó hacer lo mismo de forma tentativa. Tomó el cucharón, colocó una papa asada en el plato del hombre y lo miró de forma expectante. El gesto considerado del niño sorprendió a Luciano, ya que pensó que le complicaría la situación, pero le sonrió con gratitud cuando recobró la compostura.
—Gracias, tú sírvete papa también.
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