Dado que era Catalina quien siempre cuidaba de Estela, Luciano no tenía mucha experiencia en lidiar con niños y creyó que su hija hacía un berrinche. Se vio reflejado el nerviosismo en su mirada cuando la vio llorar, pero al final, la miró con seriedad.
—Deja de llorar —le ordenó, pensando que no sonaba para nada severo.
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