Roxana soltó un suspiro de alivio en su corazón al entrar sola en la cocina. «Menos mal que Ela vino a rescatarme. Espero que Jael no piense que he sido una impertinente por no aceptar directamente sus flores».
Dentro del salón, cuando Jael se sentó en el sofá, colocó las flores en la mano a su lado.
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