—¡Mami! —exclamaron ambos niños en cuanto vieron a su madre.
Los pequeños habían estado tan preocupados por las interacciones que estaban teniendo los adultos, que ni siquiera tenían ganas de jugar. En eso, Roxana les dio una leve palmadita en la cabeza, pero su expresión era diferente. Cuando Estela se dio cuenta de que la mujer se estaba comportando raro, miró detrás de ella y no vio señales de su padre viniendo detrás de ella.
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