Mientras tanto, en la residencia Pedrosa, Abril se encerró en su habitación sin comer ni beber después de regresar de la residencia Fariña.
Un solo pensamiento ocupaba su mente todo el día. «Estoy condenada. Nadie puede salvarme esta vez. ¡Mi vida está arruinada por completo! No puedo creer que esa mujer, Roxana, le haya dicho a Luciano que dejara que la policía se encargara de este asunto. Preferiría morir antes que pasar el resto de mi vida en prisión».
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