Una vez que Luciano entró a la sala, cerró la puerta de inmediato y el lugar se sumió en un silencio absoluto; solo se podía escuchar el sonido de las respiraciones. Roxana examinó el área y, por alguna razón, tuvo una sensación de peligro y comenzó a luchar con ferocidad.
—¿Qué intentas hacer? ¡Suéltame!
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