A pesar del ruido del chapoteo, Roxana pudo oír con claridad la voz de la niña y no pudo evitar quedarse pasmada por un momento porque pensó que había oído mal; luego la miró asombrada. Bautista también se quedó perplejo y dejó lo que estaba haciendo; no le importó empaparse. Sin embargo, la niña continuó jugando con la beluga, pero no notó las expresiones de asombro de Roxana y de los demás. Al final, el adiestrador les indicó que se fueran a sus asientos cuando comenzó el próximo segmento.
Roxana y los dos niños aún estaban pasmados. Por otra parte, Estela tomó la mano de la mujer y se sentó como si nada extraño hubiera sucedido. Luciano notó sus miradas que reflejaban asombro y preguntó con el ceño fruncido:
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