Las clases en el jardín de infantes terminaron por el día al llegar la tarde, aunque Andrés y Bautista estaban confundidos por ver que su padre estaba parado justo en frente de ellos.
—Su mami está atendiendo un pendiente, así que yo me haré cargo de enviarlos a la escuela en los dos días próximos —explicó Luciano con una voz profunda. Los chicos intercambiaron miradas cuando los oyeron, pero tampoco le dieron mucha importancia porque, después de todo, a ellos no les importaba cuál de sus padres tuviera que hacer eso.
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