Las luces brillantes de los fuegos artificiales lucían excepcionalmente hipnotiza antes cuando se apreciaban en el reflejo de los ojos de los niños. Roxana se posicionó a un lado de Luciano con cautela mientras miraba hacia el cielo nocturno. Seguido miraba a Andrés y a Estela de reojo con temor de que se cayeran de los hombros de Luciano. Por fortuna, ambos se mantuvieron a salvo hasta que terminó el espectáculo. Después de eso, Andrés se sintió un poco reacio a bajarse, pues será la primera vez que se sentaba sobre el hombro de su padre. Sin embargo, no mostró sus emociones y solo permitió que Luciano lo dejara en el piso antes de agradecerle con amabilidad:
—Gracias, señor Fariña.
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