Cuando la pálida Carolina llegó al hospital, aún no se había despertado. A toda prisa, Jonás la sacó de la ambulancia, la colocó en una camilla y la empujó hasta la sala de urgencias.
La ansiedad se reflejaba en su rostro. Tenía la camisa blanca manchada de sangre. Siguió al médico de urgencias y se apresuró a explicarle lo ocurrido durante el accidente.
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