A las diez y media de la noche, Jael seguía sin tener noticias de Luciano y empezaba a sentirse frustrado. «¿En verdad habían desarrollado el antídoto?».
En ese momento, la mente de Jael se llenó de dudas. Mientras empezaba a sentirse molesto, sonó su teléfono que estaba sobre la mesa.
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