Para cuando Luciano, Roxana y los niños regresaron a su habitación, ya eran las nueve de la noche. Andrés y Bautista estaban cubiertos de sudor por haber jugado a las escondidas más temprano. Roxana enseguida los llevó al baño una vez que regresaron y se podía escuchar su conversación alegre de tanto en tanto al otro lado de la puerta.
Desde donde estaba sentada en la cama, Estela miraba la puerta del baño con envidia. «La señorita Jerez me bañó cuando me quedé en su casa. Después de que papi me llevó a casa, solo la señora Catalina me baña. La señorita Jerez fue tan gentil cuando lo hizo y su champú huele tan bien».
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