Después de desayunar, Roxana jugó un rato con Andrés y Bautista antes de dirigirse a su estudio. Mientras jugaba con sus hijos, Roxana se preocupaba incesantemente por otra entrega de flores al día siguiente. Temía que ninguna excusa pudiera satisfacer a sus hijos. Al final, Roxana decidió que no le quedaba más remedio que llamar a Luciano.
Mientras tanto, Luciano hacía horas extras en las oficinas del Grupo Fariña. Su despacho estaba lleno de ramos de flores desde hacía una semana. Desentonaba con el diseño interior de su despacho. Con la adición de cada nuevo ramo rechazado, el ambiente en la oficina se enfriaba aún más.
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