Mientras tanto, Luciano manejaba de regreso a la casa de Roxana en compañía de ella y los niños. Roxana se sentía ansiosa durante todo el viaje, ya que percibía que el hombre tenía algo que comunicar debido a su conducción inusualmente lenta. No obstante, cuando el coche se detuvo gradualmente frente a la mansión, Luciano seguía en silencio, desconcertando a Roxana.
Contrastando con la preocupación de Roxana, los niños charlaban y se divertían en la parte trasera del vehículo. Cuando el coche se detuvo, no pararon de jugar al bajar y comenzaron a corretear por el jardín.
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