Al caer la noche, Yuliana salió de la clínica y se acarició la mejilla hinchada. El recuerdo de los eventos anteriores inundó su mente, provocando una ola de rabia que la hacía temblar.
A pesar de que estaba legalmente casada con David, un próspero hombre de negocios, su matrimonio era solo de nombre, ya que él se negaba a visitar Horneros. Por eso, ella se esforzaba por convencerlo de venir a la ciudad para invertir en una nueva empresa.
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