Dado que el tratamiento de Alfredo había concluido, lo único que se requería era recetarle medicamentos con regularidad y recordarle que tomara las píldoras a horario. Por lo tanto, no era necesario que Roxana fuera a la residencia Quevedo tan seguido. Dado que tenía mucho tiempo, pasaba la mayor parte del día en el instituto de investigación, ya fuera dirigiendo diversas tareas o dirigiéndose al centro de investigaciones para unirse a los demás investigadores.
Como Conrado había estado trabajando como su asistente en el extranjero, siguió ayudándola; no hacía falta decir que ambos se entendían muy bien. Ese día en particular, ambos salieron del centro de investigación más temprano de lo habitual, ya que al fin habían logrado un gran avance en su investigación.
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