Los niños miraron a Luciano con angustia esperando a que dijera algo por ellos. Roxana notó que lo miraban y su mirada se posó en Luciano por un momento y al ver que el hombre no tenía intención de hablar, sintió que algo extraño brotaba en su corazón.
—Ya acordé una hora con el señor Dorante. No puedo llegar tarde.
Obtiene más cupones de libro que los de la appRecargar
Ir a la app de Joyread
Sigue leyendo más capítulos y descubre más historias interesantes en Joyread