Cuando las palabras de su padre llegaron a sus oídos, Abril sintió que sus piernas se desvanecían como si fueran de flan, y se desplomó en los escalones.
«Hemos sacrificado tanto por el Grupo Pedrosa, solo para que él se rinda tan fácilmente. Lucian ya no me quiere, y no puedo asegurar la empresa. ¡Ahora no tengo nada!».
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