Esa noche, ni Roxana ni los chicos pudieron dormir bien. Ella no podía dejar de pensar en la respuesta de Luciano en el chat grupal y tampoco en su colaboración para la obra. En cuanto a los niños, ellos se mantuvieron despiertos por la preocupación de que su mamá se saliera de la obra.
Al día siguiente, Roxana salió de su habitación y vio a dos pequeños «pandas» en su puerta. Se sorprendió al ver las ojeras alrededor de sus ojos y frunció el ceño y bromeó:
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