Como anoche se fue a la cama muy tarde, Roxana se quedó dormida profunda hasta que, a la mañana siguiente, la despertó el teléfono que sonaba. Sin oportunidad de ordenar sus pensamientos al despertarse, tentó a ciegas su almohada por un rato hasta encontrar la fuente del sonido. Tras tomar su teléfono y entrecerrar los ojos al ver la pantalla, contestó atontada.
—Hay un problema, doctora Jerez —dijo Conrado, ansioso, al otro lado de la línea.
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