Cuando Bautista notó que Roxana quería observar su estómago, quitó sus brazos sin hacer escándalo. Roxana acarició su frente y sus ojos estaban llenos de angustia. Sin embargo, después de revisar a los dos niños, Roxana no podía llegar a un diagnóstico. Mientras el tiempo pasaba, el dolor de los niños se volvía cada vez más severo.
Roxana se sentía enormemente incapaz e indefensa en ese momento. Se culpaba por haberlos traído a acampar y no haber cuidado bien de ellos. Su rostro estaba lleno de angustia y culpa. Andrés notó su estado de ánimo y se acercó a ella en silencio.
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