Temprano, a la mañana siguiente, luego de haberse refrescado, Roxana se levantó de la cama y miró a sus hijos esperando en la puerta.
―¡Mami! ―exclamaron y sus ojos se iluminaron de emoción al verla, pues tenían la emoción de que su madre los llevaría a la escuela, ya que había pasado mucho tiempo desde la última vez. Al pensar en la conversación con Andrés y Bautista de la noche anterior, Roxana sintió que su corazón se suavizó, así que bajó la mirada y acarició sus cabezas.
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