Luciano se dio la vuelta y se acercó a sus tres hijos antes de arrodillarse para examinar las heridas de Andrés y Bautista.
―¿Están bien? ¿Les duele? Díganme la verdad ―dijo con una mirada tierna mientras despeinaba cariñosamente a sus hijos antes de darle un abrazo a Estela.
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