Elías no ahondó en el asunto; ya que Estela quería practicar esas palabras, decidió ayudarla. Ambos pidieron al ama de llaves que les llevara lápiz y papel y comenzaron a practicar la escritura en la mesa del comedor.
Al ver que su padre se ocupaba de Estela, Luciano se excusó y subió a su estudio.
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