—Señor Fariña —saludaron Andrés y Bautista sintiéndose culpables después de casi haber expuesto las mentiras de su padre poco antes.
Luciano inclinó la cabeza un poco y dirigió una mirada lúgubre sobre los chicos, quienes se pusieron alerta y cambiaron su expresión por una más dócil; sabían que se trataba de una advertencia para no decir nada que no debieran.
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