Solo entonces la expresión de Luciano se iluminó mientras ayudaba a Roxana a entrar a la mansión. Lisa y los niños aún no había regresado, así que los dos eran los únicos en la casa. Roxana no puedo evitar sentirse incómoda. Justo cuando le iba a pedir que se fuera, él habló de nuevo.
―Déjame echarle un vistazo a tu herida.
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