Después de que terminó de hacerle la trenza, Roxana dejó que Estela saliera del baño. Se dio vuelta y vio al hombre de pie en la puerta. De inmediato, la calidez en la mirada de Luciano desapareció y se tornó indiferente.
—El desayuno está listo. Bajemos —dijo con cortesía y, tras hablar, se dio vuelta y se fue sin esperarlas.
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