Luciano llegó a la entrada de la clínica psiquiátrica de Jacobo y como Luciano le había llamado durante el camino, Jacobo ya los esperaba en la entrada. Luciano salió del auto y después fue al otro lado para cargar a Estela, quien seguía llorando. Pero cuando Estela observó sus manos estiradas se volteó para el otro lado.
—Déjame intentarlo —dijo Jacobo y dio un paso al frente. Se acercó a Estela y dijo con suavidad—; Ela, bonita, déjame cargarte.
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