El ceño fruncido de Luciano se profundizó cuando oyó a los chicos, pero prefirió ahorrarse los comentarios al momento siguiente, por lo que se sentó en la mesa ante las miradas entusiasmadas de los niños y le dio un sorbo a la bebida de Andrés y Bautista; de igual manera, Estela se unió alegremente a su padre y dio un muy buen trago hasta quedar con un bigote de leche.
—Andrés, Bautista, ¡ustedes son asombrosos! —exclamó la pequeña.
Obtiene más cupones de libro que los de la appRecargar
Ir a la app de Joyread
Sigue leyendo más capítulos y descubre más historias interesantes en Joyread