Lentamente, Roxana se puso en cuclillas para tocar la cabeza de la niña. Sin embargo, pareció darse cuenta de que la niña le sonreía. A Roxana le escocía la nariz. Quiso disculparse ante la niña, pero el nudo en la garganta se lo impidió.
—Sal rápido, mamá. Me verás cuando te despiertes! —instó la niña, ladeando la cabeza.
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