Capítulo 1005 Cámbialo a este punto de acupuntura
Al principio, Roxana pensó que ambos no iban a ser capaces de encargarse de todo el trabajo, pero, de alguna manera, los niños fueron muy cooperativos, así que no logró descifrar si fue por los regalos que había preparado. Ambos trataron a los pacientes de forma ordenada, quizás fue porque el orfanato estaba en una ciudad y las instalaciones eran mejores en comparación al orfanato previo; a excepción de las discapacidades congénitas, los niños se encontraban en su mayoría bien. Mientras más bajaba el número de niños que seguía esperando en la fila, más relajada se sentía Roxana y cuando el último niño entró al puesto, ella sacó un conejo de peluche y se lo dio; sorprendido, el niño volteó a verla y le agradeció con amabilidad.
―¡Gracias, señorita Jerez! ―exclamó y después, con cuidado, tomó el conejo de peluche, por lo que Roxana no logró evitar acariciar su cabeza con una sonrisa; de repente, notó que se miraba en extremo pálido y al ver eso, sintió que su corazón se hundió y lo cuestionó al instante.
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