Luciano guardó silencio unos segundos y miró a Bautista y a Estela antes de masajearse la sien. «En efecto, estoy entrando en pánico. Me pregunto cómo estará Roxana ahora».
―Por suerte, están aquí. ―Con Bautista y Estela en brazos, Luciano se levantó y volvió a dar las gracias a Jonás. Sin embargo, su tono no era tan cortés como antes―. Estoy perdiendo la compostura, pero gracias a tu recordatorio, he conseguido calmarme de nuevo.
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