Mientras tanto, en el salón de la residencia de los Quevedo, Jonás frunció el ceño al ver que su hermana regresaba en estado de embriaguez, apestando a alcohol. Le reprochó:
―¿Qué demonios haces, Frida? Te he dado autoridad para dirigir todas las empresas proveedoras de hierbas medicinales, como me pediste. Sin embargo, me dicen que ni siquiera has puesto un pie en la empresa. Sólo estás constantemente borracha. Ugh. Parece que me equivoqué contigo.
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