Estela solo se mantuvo callada después de oír su respuesta. Roxana abrió la puerta del auto y la bajó cargando para luego llevarla de la mano hacia la mansión, pero entonces la soltó de la mano para que pudiera entrar; en ese momento, Estela levantó la mirada para ver a Roxana de un modo solemne y Roxana se ablandó tan pronto como chocaron miradas. Ella se hincó y miró a Estela directo a los ojos.
—¿Hay algo que me quisieras decir, Ela?
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