Bautista y Estela estaban sufriendo tanto de sus dolores de estómago que no le podían hacer caso a Andrés. Estela estaba llorando fuerte, sin importarle nada más. Bautista quería consolarla, pero cuando partió sus labios para hablar, solo pudo quejarse de dolor. Apretó sus dientes e intentó contener sus quejidos y contener sus lágrimas.
«¡Necesito ser valiente por mi mami! ¡No puedo fallarle por un poco de dolor!»
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