Mientras tanto, en la residencia Fariña, Luciano dejó a un lado su trabajo inmediatamente después de que le llamó Catalina para apresurarse a llegar a casa desde su oficina y le llamó a Jacobo en el camino. Estela estuvo sufriendo de trastornos mentales desde el incidente del secuestro y tuvieron que ser mucho más atentos hacia ella desde entonces. Catalina se acercó tan pronto como vio que los dos entraron a la casa.
—¿Dónde está Ela? —Luciano frunció el ceño y observó toda la sala de estar, pero no había señal de la pequeña por ningún lado. Catalina apuntó hacia las escaleras y le informó:
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