Una sonrisa cruel se esbozó en el rostro de Carmen, mientras sus ojos insinuaban una intención siniestra. Aunque la crisis parecía controlada por el momento, sabía que era inevitable que la bacteria patógena estallara en pocas horas.
En seis u ocho horas, las bacterias patógenas se propagarían rápidamente, causando enfermedades graves en numerosos pacientes del hospital. Este brote sería imposible de contener, ya que la bacteria seguiría extendiéndose más allá de los muros del hospital.
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