Abril ya lo estaba esperando abajo en el comedor y miró a Estela con arrepentimiento mientras que la observaba bajar con Luciano.
—Lo siento, Ela. Creo que otra vez me pasé de la raya con lo que dije. —Estela sostuvo con fuerza la mano de su padre mientras que lo miraba para pedirle, sin decir una palabra, si en verdad podía ignorar a la mujer, entonces él le acarició la cabeza como consuelo y la jaló a su lado; los dos prosiguieron a ignorar a Abril. El ambiente en el comedor era sumamente incómodo y Abril estaba furiosa cuando vio que tanto el padre como la hija se sentaban para comer sin siquiera dirigirle la más mínima atención, como si ella no estuviera ahí; sin embargo, era incapaz de expresar su enojo e incluso debía tratar de complacer a la pequeñita—. Sigues creciendo, Ela, debes de comer más si quieres crecer más. —Entonces colocó un pedazo de puerco en el plato de la niña con una sonrisa falsa.
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