Mientras escuchaba a los niños colmar a Luciano de cumplidos, Roxana sintió otra oleada de emociones, a pesar de haber recuperado por fin la compostura hacía poco tiempo. Cuando los especialistas examinaron su cuerpo, le habían dicho lo mismo.
No sabía qué decir y tuvo que acortarlas. Ni en sus sueños más salvajes sabía que los niños volverían a mencionarlo unos minutos después. Esta vez, Luciano pudo oírlos mientras estaba de pie junto a la puerta. Ahora no tenía más remedio que enfrentarse a él.
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