Estela asintió obediente al escuchar las palabras de su padre. Luciano la tomó en brazos y después regresaron a la casa de Roxana. Al llegar a la entrada, vieron el auto de Roxana acerarse a las puertas del área residencial. Luciano reconoció el auto enseguida y su ánimo decayó.
«Ela sollozaba por su culpa, pero lo único en lo que pude pensar es en su encuentro con Jael. ¿Le es tan importante el trabajo?».
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