Esa noche, Roxana se apresuró a llegar a la escuela después del trabajo, justo a tiempo para buscar a Andrés y a Bautista. Solo los dos estaban en la puerta del jardín de infantes y su maestra se encargaba de ellos.
—Lamento mucho haber llegado tan tarde —dijo Roxana sonriendo a modo de disculpa mientras extendía la mano para tomar las de sus hijos.
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