Quizá estaba preocupada por los asuntos de Estela, porque a la mañana siguiente se levantó temprano a pesar de haberse acostado tarde la noche anterior. Al bajar las escaleras, vio que Andrés y Bautista ya la estaban esperando. Al ver a los dos chicos, Roxana no pudo evitar acordarse de la llamada telefónica que estuvo a punto de hacer anoche.
La cara de Bautista se iluminó de expectación cuando vio a su madre. —¡Mamá! ¿Has llamado al señor Fariña?
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