Jael aceptó sonriendo: —Primero me iré. Mira estos libros de medicina y ponte en contacto conmigo cuando quieras si tienes preguntas.
La gratitud llenó los ojos de Roxana. —Lo haré. —Así, uno tras otro, se dirigieron hacia la puerta. Antes de entrar en el coche, Jael echó la cabeza hacia atrás y lanzó a Roxana una mirada misteriosa. Al notar la mirada del hombre, Roxana frunció las cejas, desconcertada.
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