Por la mañana temprano, Sonia llegó a la mansión. Se dedicó a ayudar a los niños a asearse, a charlar y, por último, a desayunar con ellos. No se dejaba ayudar por los criados e insistía en hacerlo todo ella misma.
Su quemadura de la noche anterior se había curado por completo cuando se despertó esta mañana, lo que le hizo admirar las habilidades médicas de su nuera.
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