Los niños se emocionaron al saber que se dirigían a la casa de Luciano. Pensaron que su padre estaba inquieto por su madre y quería cuidar de ella allí. Sin embargo, se preguntaban por qué prefería que su madre fuera allá en lugar de venir él mismo. Salieron de la habitación de Roxana, confundidos por la disposición. Antes de que pudieran llegar a una conclusión, Camilo ya estaba golpeando su puerta. Roxana, lista para salir, bajó a abrir la puerta.
—Señorita Jerez, el señor Fariña ha solicitado que la lleve a usted y a los niños a la mansión —informó Camilo cortésmente. Roxana asintió en reconocimiento.
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