Los ojos de Roxana rebosaban impotencia mientras observaba la silueta de Luciano que se alejaba. Mientras tanto, los tres niños jugaban alegremente en el exterior cuando vieron salir a Luciano con el ceño fruncido. La visión hizo que sus sonrisas se congelaran al instante.
—Papá... —Estela se agarró con cautela a la manga de Luciano. —¿Has vuelto a discutir con la señorita Jerez?.
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