Después, Roxana fue a comer a un restaurante cercano. Tal vez había engullido la comida demasiado rápido o estaba agotada por el trabajo, porque quedó aturdida y casi se desmaya en la entrada.
Por suerte, uno de los empleados del restaurante la agarró a tiempo y la ayudó a recobrar el equilibrio. Después de dar las gracias, Roxana regresó al instituto de investigación.
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